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Caso Jet Set: 232 vidas perdidas, una nación que exige respuestas





Por Francisca Jimenez 


El colapso del techo en la discoteca Jet Set  que dejó un saldo devastador de 232 personas fallecidas, no puede considerarse simplemente una desgracia fortuita. Es una tragedia con múltiples capas de responsabilidad y una herida abierta en el corazón de una sociedad que una vez más  se enfrenta al dolor de lo evitable.


Más allá del impacto emocional, este hecho plantea interrogantes urgentes:

¿En qué condiciones estructurales se encontraba el establecimiento?

¿Se cumplían los protocolos de seguridad exigidos por ley?

¿Hubo inspecciones recientes?

¿Se otorgaron permisos sin la debida rigurosidad?


Estas preguntas no pueden quedarse en el aire, ni ser respondidas con  promesas de investigaciones que nunca llegan a resultados concretos. La ciudadanía merece saber qué falló y por qué.


En casos como este la responsabilidad no es siempre evidente  pero existe. Recae sobre los propietarios del establecimiento cuya obligación es garantizar un espacio seguro para el público. Pero también pesa sobre las autoridades  "competente"  quienes se supone son los  responsables de supervisar, fiscalizar y hacer cumplir las normas de seguridad. ¿Se trata de negligencia empresarial? ¿Descuido? Alguien sabe las respuestas. Y debe darlas. 


Lo que prometía ser una noche de alegría terminó en una escena de horror en la que 232 personas perdieron la vida. No hubo advertencia, solo un estruendo repentino que cambió el rumbo de cientos de familias para siempre.


Lo más alarmante es que esta tragedia nos confronta con una verdad incómoda: la vulnerabilidad de quienes acuden a espacios públicos en busca de entretenimiento. ¿Qué garantías reales tenemos al ingresar a una discoteca, un teatro, un estadio o una plaza comercial? ¿Acaso debemos examinar el techo antes de disfrutar un espectáculo?


Como medio de comunicación, no podemos normalizar este tipo de hechos. No podemos tratarlos como una estadística más ni pasar a la siguiente noticia sin exigir respuestas.


Porque cada víctima tenía una historia, una familia, una vida brutalmente truncada.


Hoy más que nunca, debemos levantar la voz:

exijamos justicia, exijamos transparencia, exijamos responsabilidad.

Pero sobre todo, exijamos garantías reales de seguridad para todos.


Que la tragedia de Jet Set no quede en el olvido, ni se archive en los estantes fríos de la impunidad.

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