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Familias haitianas forzadas a encerrarse



Benny Rodríguez

Recordamos, por su proximidad, el decreto 135-20, emitido por el entonces presidente de la República Danilo Medina, estableciendo “toque de queda”, prohibición del tránsito y la circulación de personas en todo el territorio nacional, medidas adoptadas por el entonces gobierno peledeísta y continuadas por quienes le sucedieron en la dirección del Estado, como consecuencia de la Covid/19.


Una pandemia que arrancó la vida a millones de personas y sembró el luto en todo el globo, era preciso hacerlo ante la crisis del coronavirus porque la existencia humana se vio amenazada por esta enfermedad infecciosa.


Ese aciago período trastornó la vida a muchas familias dominicanas incluso, cuando ya no estamos bajo sus efectos, sus secuelas continúan provocando situaciones anormales a nuestra comunidad.


Coinciden, al menos en el mes la adopción de las medidas adoptadas: una en abril de 2020 y otra en el mismo período, pero en 2025, con la decisión de la Administración Abinader de colocar en hospitales a agentes migratorios para arrestar a todo extranjero, fundamentalmente de origen haitiano, que acuda a los centros de salud a tratarse alguna dolencia, lo que sucede sin reparar en que como país somos signatarios de tratados y de acuerdos internacionales.


Estas medidas, de alguna forma legitimadas por los expresidentes Leonel Fernández, Danilo Medina e Hipólito Mejía, al acudir a un encuentro con el presidente Luis Abinader el día miércoles 14 de mayo, ha vuelto a provocar el encierro de cientos de familias de nacionalidad haitiana que irregular o no viven en este lado de la isla, no porque a lo mejor quieran estar aquí, sino por la situación social y política en que se encuentra su país.

Fui testigo de excepción anoche (sábado 17 de mayo) porque recibí una llamada de un amigo haitiano, que vino a vivir al país en condición migratoria regular, porque él, como muchos de sus compatriotas, salen huyéndole a la miseria y a la violencia en Haití, pero sus documentos han vencido, impidiéndole salir a renovarlos por las medidas puestas en marcha por el gobierno dominicano.


No solo él, sino su esposa, sus dos hijas y un adolescente, todos con minoría de edad, pueden salir a buscar sus papeles para evitar ser molestados por las autoridades migratorias cuando salgan a las calles, a trabajar o la escuela, sino que esta situación reduce su movilidad impidiéndole buscar trabajo para el sustento.


Gracias al apoyo de muchos dominicanos y dominicanas esta familia, cuya identidad y ubicación del lugar de residencia hacemos reserva para evitarle un apresamiento “sobrevive” gracias a la solidaridad de quienes no tenemos un discurso de odio, sino de compresión de la realidad haitiana y sus consecuencias para su ciudadanía que tiene que salir de su territorio para buscar “tranquilidad” en otros destinos.


Un joven estudiante haitiano, ya se graduó en una universidad local, también nos hizo participe de la situación de sus compatriotas, nos narró el sufrimiento de muchas familias haitianas, las cuales no quieren arriesgarse a recibir atención en salud, un derecho humano fundamental como el de la libre circulación, sin importar tu status migratorio, para evitar un arresto o una segura deportación al convulso Haití.


Por más patriota, por más dominicano o dominicana que usted diga ser, por más superior a Duarte, Sánchez o Mella que usted entienda es, no podemos comulgar con medidas que afectan la vida a cientos de miles de seres humanos, cuyo único pecado es ser haitiano o haitiana.


Autor, periodista, egresado UASD e Instituto Internacional de Periodismo José Martí, La Haba, Cuba y Sec. Gral. CDP Barahona

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