Hace ya ocho años que Barack Obama dejó la Casa Blanca, tras
dos mandatos y una popularidad extraordinaria. Tanto él como su familia —su
esposa, Michelle, y sus dos hijas, Sasha y Malia— estuvieron en el ojo público
durante sus esos ocho años presidenciales, pero su marcha de Washington no hizo
que esa fama decayera. Más bien al contrario: el matrimonio escribió libros,
lanzó podcasts y estuvo muy presente en la vida pública. Ahora están frenando y
no se les ve con la misma frecuencia, ni tampoco juntos en todas las ocasiones.
Eso ha provocado que algunas voces en Estados Unidos hayan apuntado a una
posible crisis entre el expresidente demócrata y la ex primera dama. El chisme
ha llegado a oídos de Michelle Obama, que ha tratado de explicar en una conversación
los motivos de esa rumorología.
Esa libertad e independencia que el matrimonio ha conseguido
los últimos años sería el motivo de que se haya disparado el rumor, según ha
hecho ver la abogada. Michelle Obama se ha sentado en el podcast Work in
Progress, de la actriz Sophia Bush, para hablar de cómo ahora sus hijas son
adultas (Malia tiene 26 años; Sasha, 23), viven en Los Ángeles, tienen sus
carreras, y ella tiene más tiempo libre y, sobre todo, capacidad de decisión.
De ahí que Bush le pregunte cómo lleva el famoso síndrome del nido vacío, qué
hace con su tiempo, cómo organiza su jornada. “Quisiera saber cómo es tu vida,
y tu vida social ahora mismo”, le pregunta, a lo que Obama responde: “Es lo que
yo quiero, Sophia, lo que yo quiero. Es la primera vez en mi vida que yo misma
tomo todas mis decisiones”.
Michelle Obama, de 61 años, lo cuenta con alivio y alegría,
pero también apostilla: “Pero también da un poco de miedo porque, como madre y
persona ocupada, siempre he tenido la excusa de otra persona. ¿Por qué no he
hecho esto? ¿Por qué no he ido? ‘Es que tengo que asegurarme de que las niñas
están bien’, o ‘Es que mi marido es el presidente, así que no puedo”. En su
vida, sus decisiones estaban basadas en las personas que tenía alrededor, pero
ahora, con sus hijas con vidas propias y su marido lejos de la Casa Blanca, ya
no es así.
“Así que ahora, ya sabes, no puedo culpar de mis decisiones
e indecisiones a nadie más que a mí”, reconoce. “Como mujer, creo que si soy
honesta conmigo misma, podría haber tomado muchas de estas decisiones hace
años. Pero no me di esa libertad. Incluso, igual que dejo a mis hijas vivir sus
propias vidas, también he usado sus vidas como excusa. Ahora eso ya no está, y
ahora tengo que mirar mi calendario; lo que hice este año fue un gran ejemplo
de mí misma”. Ahí relata “sin dar nombres” cómo debería haber acudido a algún
evento en el que se suponía que debía estar presente, pero no lo hizo: “Y elegí
lo mejor para mí, no lo que debía hacer, no lo que pensé que otra gente quería
que yo hiciera. Y, entre tú y yo, fue una prueba importante para mí como mujer,
como persona independiente, porque como tantas otras mujeres y tantas otras
personas, me muevo desde la culpa. ¿Qué debo hacer? ¿Es lo mejor para todos?
Porque es más fácil decir: he hecho esto porque debía hacerlo”.
Ha habido al menos un par de esas ocasiones en las que se
esperaba a Michele Obama y no apareció. La primera, a principios del pasado mes
de enero, en el funeral por el expresidente Jimmy Carter, que reunió a los
cinco presidentes vivos de Estados Unidos: el entonces saliente Joe Biden con
su esposa, Jill; el entrante, Donald Trump, con su esposa, Melania; y también
Bill y Hillary Clinton, y George W. y Laura Bush. Barack Obama fue el único que
acudió sin su pareja. La segunda vez fue en la toma de posesión de Trump a
finales de ese mes, cuando tampoco acompañó a Barack. Su ausencia en ambos
eventos, importantes para la cultura democrática americana, levantaron las
alarmas en algunos tabloides, que empezaron a hablar de crisis en el
matrimonio.
En otro momento del podcast, Michelle Obama recuerda que
este pasado año ha sido duro por la pérdida de su madre, Marian Robinson, que
falleció a finales de mayo de 2024, lo que les convierte a ella y a su hermano,
Craig, en los mayores de la familia. “Nos cuidamos mucho mutuamente”, explica.
“Pero siento que es hora de tomar decisiones de chica mayor sobre mi vida, de
poseerla al completo, ¿sabes? Porque si no, ¿a qué estoy esperando? ¿Cómo voy a
pasar mis próximos 20 años?”, se plantea. “Es hora de empezar a hacerme esas
preguntas: ¿Qué quiero? ¿Qué quiero de verdad en mi día a día? ¿Ha cambiado?
¿Con quién quiero comer, cuánto tiempo quiero quedarme en un sitio? ¿Quiero
viajar? Si me llama una amiga y dice, ‘¡Vámonos!’, ahora puedo decirle que sí,
o que no. Estoy intentando hacer más y más cosas. ¿Y cómo se ve eso? Se ve como
cada uno quiera verlo”, comenta crípticamente, conocedora de los rumores.
También explica la ex primera dama que quiere seguir
trabajando en la educación de las niñas, en la biblioteca que inaugurará en un
año. “Pero lo interesante es que, cuando digo que no, en general la gente me
dice que vale, que lo entiende. Y esa es la cuestión: como mujeres sufrimos por
decepcionar a la gente. Este año, ni siquiera entendían que estaba eligiendo
por mí misma. Asumían que mi marido y yo nos estábamos divorciando, no que
pudiera ser una mujer adulta tomando decisiones. Pero eso es lo que la sociedad
nos hace, preguntarnos ¿qué hago, por qué? Y si no encaja en el estereotipo de
lo que la gente piensa que debemos hacer, se etiqueta como algo negativo y
horrible”.
Hace apenas unos días, Barack Obama hablaba sobre su
matrimonio y su esposa en una conversación con el presidente del Hamilton
College, una universidad privada de Nueva York, que recogía el medio The Daily
Beast. En la charla, reconocía sentirse en deuda con Michelle Obama. “Estoy en
un profundo déficit con mi esposa”, explicaba. “Así que he estado intentando
salir de ese agujero haciendo algunas cosas divertidas”, comentaba. En otra
entrevista con la cadena CBS hace un par de años también explicó que “ayudaba,
sin duda, estar fuera de la Casa Blanca y pasar más tiempo con ella”.
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