Nuevo y peligroso triunfo judicial para Donald Trump. Desde
este viernes, los indocumentados en Estados Unidos tendrán que apuntarse en el
registro ideado por la Administración republicana. Un juez federal ha dado luz
verde a la controversial medida propuesta por el Gobierno en febrero, una
peligrosa iniciativa que fue llevada rápidamente a los tribunales por nueve
organizaciones de derechos humanos. Washington presentó el polémico registro
con la intención de elevar la presión sobre decenas de miles de personas de
estatus irregular en el país, a quienes prácticamente reducen sus opciones:
autodeportarse o enfrentar onerosas multas si deciden continuar en suelo
estadounidense.
Ha sido el juez Trevor Neil McFadden, del tribunal de
Distrito de Washington D. C., quien ha avalado la medida. El togado llegó al
banquillo en 2017 nominado por el presidente Trump, y es el mismo juzgador que
ordenó el miércoles a la Casa Blanca permitir la entrada a los periodistas de
Associated Press vetados por evitar llamar Golfo de América al Golfo de México
en sus informaciones.
McFadden dio la razón a los abogados del Gobierno, quienes
habían argumentado que el registro forma parte de uno de los requisitos de la
Ley de Inmigración y Nacionalidad. La Administración se escudó en que la medida
se encuentra en la sección 262 del Título 8 del Código de Estados Unidos. Se
trata de una vieja normativa adoptada en la década de 1940, en plena Segunda
Guerra Mundial, y modificada en 1952. Desde entonces ha permanecido
prácticamente durmiente.
Algunos expertos afirman que el registro ha sido empleado
solo en un puñado de ocasiones. Una de estas, y de forma limitada, fue después
de los ataques del 11-S, cuando se requirió la información a todo varón mayor
de 16 años, originario de 25 países árabes o musulmanes. La utilización del
registro derivó en la deportación de unas 13.000 personas. Ese registro se
anuló en 2016. Trump revivió el proceso a través de una de las órdenes
ejecutivas que firmó el día en que asumió su segunda presidencia.
La ley mencionada, que entra en vigor este 11 de abril,
requiere a todo no ciudadano que lleve en el país 30 días o todo indocumentado
mayor de 14 años sumarse al registro. El ingreso a la base de datos significa
que las personas tendrán que hacer una cita para que las autoridades capturen
sus huellas dactilares, un trámite que podrán evitar quienes han tramitado
visas de Estados Unidos, hayan tramitado la green card (residencia permanente),
tengan el beneficio del parole o sean refugiados o asilados. El proceso es
igualmente válido para los canadienses que pasan en territorio estadounidense
más del mes que se ha decretado como plazo.
“Una vez que los no ciudadanos se registren y les sean
tomadas las huellas, la Secretaría de Seguridad Nacional emitirá una prueba del
registro que todo mayor de 18 años deberá llevar consigo todo el tiempo”,
indican las autoridades. El Gobierno amenaza que evitar el registro puede
llevar a castigos que van desde una multa de 5.000 dólares o incluso una pena
de prisión de seis meses.
Las organizaciones de derechos humanos habían lanzado la
alerta cuando Trump desempolvó el registro de extranjeros. El Centro Legal de
Inmigración señaló que este tipo de medidas son preocupantes, pues las
autoridades federales han usado en el pasado estos procesos para perseguir a
grupos vulnerables. “Apuntarse a estos registros puede ser muy peligroso para
los inmigrantes indocumentados, pues puede llevar a su detención, deportación o
arresto”, indica la organización, una de las más importantes del país desde
1979.
Las organizaciones American Immigration Council, Make the
Road New York y Coalition for Humane Immigrants Rights (CHIRLA) son solo
algunas de las que llevaron al Gobierno a los tribunales en una demanda
interpuesta a principios de este mes. El grupo argumenta que Washington quiere
usar la no inscripción de los indocumentados para perseguirlos como parte de su
agresivo operativo masivo de deportaciones. La secretaria Kristi Noem ha
admitido que uno de los objetivos de la iniciativa es incentivar la
autodeportación de miles de personas.
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