_*Por: Coralia Lebrón*_
En la República Dominicana, el fin de año se vive como un momento de encuentro, reflexión y celebración compartida. No se trata únicamente del cierre de un calendario, sino de un acto simbólico donde las familias y comunidades hacen una pausa para recordar lo vivido, agradecer lo alcanzado y renovar la esperanza ante un nuevo comienzo.
Las reuniones familiares y vecinales son el eje central de esta celebración. Los hogares se llenan de visitas, abrazos y conversaciones que repasan los logros y desafíos del año que termina. La espera de la medianoche se convierte en un instante cargado de emoción, marcado por el brindis, los buenos deseos y la fe en un futuro mejor.
La mesa también tiene un papel protagónico en la despedida del año. Platos tradicionales como el cerdo asado, el moro de guandules, los pasteles en hoja y diversas preparaciones caseras se comparten sin formalidades, reforzando el valor de la solidaridad y la costumbre dominicana de recibir a todos con generosidad.
La música acompaña el cierre del año como expresión de identidad y alegría. El merengue, la bachata y canciones populares suenan en casas y barrios, creando un ambiente festivo que une a generaciones. Así, entre ritmo, convivencia y esperanza, los dominicanos despiden el año con optimismo, celebrando la vida y la posibilidad de nuevos comienzos.


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