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Caso Esmeralda: “Ellos son culpables”.

 




Por Carlos Lara 

Reflexión XXX


Según El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), describe  claramente las funciones de los padres ante sus hijos, citamos: “El rol del padre en el proceso de la crianza y cuidado es tener una relación afectuosa e incondicional con su hijo o hija, esencial para su crecimiento, además son corresponsable de la crianza, estimular su desarrollo en cada etapa de su vida.


Ante lo expuesto en el párrafo anterior  podemos afirmar; los padres de Esmeralda Richiez sí fallaron a su hija ya sean por ignorancia, poca formación y sobre todo faltó lo más elemental en una familia, la comunicación.


Recordemos que la noche del domingo 12 de febrero, el profesor John Kelly Martínez se presentó en la vivienda de la menor a las 7:30 de la noche en un carro negro marca Honda en el que se encontraban su primo Rubén Morillo Martínez y tres jovencitas menores edad con el propósito de dirigirse a compartir, acto supuestamente seguido,  el agresor preparo el escenario para estar sola con la mejor Esmeralda a quién procedió a  violarla, provocando la muerte de la joven a causa de un shock hipovolémico que finalmente terminó con su vida.


Recientemente el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif) y Patología Forense, afirmaron que no se verificó  embarazo ni aborto en la autopsia realizada al cadáver de Esmeralda, resultados que ha enfurecido a parte de la familia que afirma encontrar pruebas de embarazo de Esmeralda. ¡Difícil determinar la verdad, Esmeralda ya partió!


Analicemos el comportamiento  irracional e irresponsable de los padres de Esmeralda Richiez, y dejemos establecido que de actuar diferente, tanto la madre como el padres, las posibilidades de salvar la vida de esta menor eran auténticas y reales.


Primero; cómo es posible que los padres  permitieran que su hija saliera con un profesor y otro adulto, sin cuestionar y en última instancia prohibir de manera rotunda y categórica esa salida que le costó la vida a esta niña.


Segundo; los padres demostraron falta de autoridad, confianza y poca comunicación con su hija, a tal punto que a la llegada de Esmeralda de regreso a la casa y ya con el hecho maligno de la violación consumada, ambos padres prefirieron no cuestionar a la niña, provocando esto que la menor amaneciera desangrara al día siguiente.


Tercero; definitivamente esto debe llevarnos a varias reflexiones: ¿Qué está pasando con los padres y las familias dominicana?, ¿Por qué razón no incluir la educación sexual en las escuelas?, ¿Deberían los padres ser parte activa en esta educación sexual desde la casa?, ¿Debería el Ministerio de Educación, evaluar el perfil psicológico de los maestros durante el proceso del examen de oposición para entrar a la carrera docente?, ¿Los distintos grupos cristianos deberían ser parte de ese proceso?


Debemos ponerle mucha atención a estas cuestionates, si en el futuro deseamos que nuestros  hijos tengan la confianza y valentía de hablar de sexualidad abiertamente con sus padres, de esa forma evitaríamos la irracionalidad de que ellos no puedan comunicarse y lamentablemente al igual que la niña Esmeralda prefieran morir, en vez de abrir su corazón ante la amargura y el horror de ser violada y ultrajada por un enfermo.


Algunos expertos en conducta humana han señalado que los adolecentes víctimas de violación a menudo suelen guardar silencio, pero cuando cuenta con padres que los han criados con la confianza suficiente y los conocimientos previos con relación a la educación sexual, además bajo una crianza afectuosa y de cariño, estos depredadores sexuales muchos de ellos escudados en entidades religiosas, hogares, escuelas y otras instituciones, quedan al descubierto incluso por sus propias víctimas.


Es importante dejar establecido que el relato de los hechos que hemos realizado son producto de las investigaciones presentada por el Ministerio Público durante todo el proceso.


De acuerdo al documento presentado por el Ministerio Público  ya se logró 12 meses de prisión preventiva en contra del profesor Jhon Kelly Martínez, de 35 años.


Este es un caso que muestra al mundo los grandes males que afecta a la sociedad  dominicana y lo más triste, el alto nivel de descomposición del núcleo más importante para cualquier país “La Familia”


Triste, penoso, doloroso para toda la sociedad dominicana lo sucedido con Esmeralda, peor aún para esos padres permisivos, cuya culpa lo perseguirá por el resto de sus días. Ellos tuvieron la oportunidad de salvar la vida de su hija, sometida a la más brutal “Actividad sexual violenta”.


Independientemente de los cuestionamientos a la joven por su forma y estilo de vestir de una supuesta seducción al monstro (el profesor), nada justifica este horrendo hecho contra esa niña, ella no tenía la culpa de tener los padres que le tocaron, descuidado, sin formación, sumiso, sin educación y mucho menos sentido común. Ahora toca a la justicia hacer su parte y conseguir una condena ejemplar en contra del profesor, John Kelly Martínez.

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