Opinión: Bautista López García
El 15 de septiembre de 1997, la Unión Interparlamentaria (UIP) aprobó la Declaración Universal sobre la Democracia, un instrumento fundamental que consagra los pilares de todo sistema democrático: la participación ciudadana, el respeto a los derechos humanos y la primacía del Estado de derecho. Una década más tarde, en 2007, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó oficialmente esa misma fecha, el 15 de septiembre, como el Día Internacional de la Democracia.
Con esta proclamación, la ONU reafirmó su compromiso con la democracia como un valor universal y un derecho inherente a todos los pueblos, al tiempo que instó a los gobiernos a fortalecer sus instituciones democráticas, promover la educación cívica y garantizar una participación activa de la ciudadanía en la vida pública a nivel global.
Lejos de ser un gesto simbólico, esta declaración representa una voluntad colectiva de reflexión y acción. Desde entonces, cada 15 de septiembre se convierte en una oportunidad para reflexionar sobre los avances y desafíos que enfrentan las sociedades para sostener y profundizar sus sistemas democráticos.
En definitiva, la adopción de esta fecha no fue una casualidad, sino el resultado de un consenso internacional que reconoce a la democracia como un valor común y una aspiración compartida por todas las naciones.
Bautista López García
Vicerrector de Extensión - UASD
2026-2030.
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