Donald Trump ha
comenzado a dar forma a su Administración minutos después de haber asumido el
cargo. En su primer discurso como presidente ha desvelado algunas de las
órdenes ejecutivas que prometió para el primer día de su Gobierno. Una decena
de estas pretende “luchar contra la desastrosa invasión de la frontera”. Como
lo anunció en su campaña, el mandatario endurece los requisitos para hacerse
estadounidense, apunta a la movilización de tropas a la frontera con México,
decreta la emergencia nacional para reducir la inmigración irregular y designa
a los cárteles de la droga mexicanos y pandillas criminales como el Tren de
Aragua como organizaciones terroristas. Son solo un puñado de medidas en una
ofensiva calificada por el mandatario como “la revolución del sentido común”.
Se prevé que algunas de las iniciativas generen una fuerte oposición y sean
llevadas a los tribunales, por lo que no entrarían en vigor inmediatamente.
Trump afirma que
toda persona que ingrese de forma irregular a su país será “detenida y
deportada de inmediato”. “Regresaremos a millones y millones de personas a los
países desde donde llegaron”, dijo el presidente. Este acabará con la política
conocida como Catch & Release, que permite a las autoridades migratorias
liberar a un migrante en una comunidad mientras se desahoga su proceso en los
tribunales de inmigración. El anuncio provocó una ovación de pie de los
miembros del Congreso, dominado por los republicanos, presentes en la
ceremonia.
El mandatario ha
recuperado una legislación de 1798 promulgada cuando Estados Unidos estuvo
cerca de entrar en guerra con Francia. Las cuatro normas del partido
Federalista, conocidas en su conjunto como las Leyes de Extranjería y Sedición,
endurecen el trato a los extranjeros en Estados Unidos. Los requisitos para
obtener la residencia pasan de cinco años viviendo en el país a 14. El texto
también confiere al Ejecutivo pleno poder para arrestar y deportar a no
ciudadanos. Estas normas fueron muy impopulares cuando entraron en vigor en los
albores del siglo XIX y ayudaron a la caída del federalista John Adams en las
elecciones de 1800.
“El cambio
comienza hoy e inicia de forma muy rápida”, aseguró Trump en su discurso. El
presidente pretende terminar con el derecho al asilo para los inmigrantes, uno
de los pilares fundamentales de Estados Unidos y que ya se había acotado
severamente durante el Gobierno de Biden. El republicano también ha propuesto
pausar durante cuatro meses la reubicación en suelo estadounidenses de
refugiados o desplazados por conflictos internacionales. Esto comenzó a notarse
desde los primeros minutos de su gestión. Decenas de miles de migrantes que
seguían su trámite de asilo a través de la aplicación CBP One vieron la
herramienta dejar de funcionar en sus móviles. Esto deja en el aire a 30.000
personas que tenían agendadas sus citas en las próximas tres semanas. Los
asesores del presidente no descartan, además, que en las próximas semanas se
intente poner trabas al ingreso de algunas nacionalidades a Estados Unidos, una
reedición del controvertido veto a los países musulmanes de 2017.
El nuevo Gobierno
republicano también quiere recuperar el polémico Quédate en México, un programa
que afectó a 75.000 inmigrantes que buscaban llegar a Estados Unidos y que los
obligaba a esperar varios meses en territorio mexicano mientras su caso
avanzaba en las cortes. El programa generó fricciones con el Ejecutivo mexicano
durante la primera Administración Trump. Las tensiones resurgirán seguramente
con el retorno de la polémica medida, que había llegado a su fin en 2022.
No será esa la
única controversia de Trump con su homóloga mexicana, Claudia Sheinbaum. El
presidente estadounidense también ha ordenado una orden ejecutiva para designar
a los cárteles mexicanos organizaciones terroristas, lo que es interpretado
desde Ciudad de México como una medida que apunta a una eventual intervención
militar estadounidense a suelo mexicano. La orden ejecutiva también desencadena
una serie de leyes federales que pueden ser empleadas por Washington para combatir
en varios frentes a las organizaciones criminales del narcotráfico.
Las diez medidas
dedicadas a la frontera permitirán a Trump mostrar mano dura en la gestión de
la migración. Sin embargo, el nuevo Gobierno recibe los números más bajos de la
frontera en tres años, cuando la emergencia sanitaria del coronavirus provocó
un desplome de la inmigración irregular. En diciembre se registraron por
primera vez menos de 100.000 cruces en la frontera, algo no visto desde enero
de 2021. Los últimos seis meses de Biden registraron además una caída de 70% de
los cruces irregulares respecto al mismo periodo de 2023, de acuerdo a los
números finales del mandato demócrata.
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