《Cómo la desinformación distorsiona la realidad, afecta la vida civil y pone en riesgo la democracia》
Las fake news o noticias falsas, mejor llamadas desinformación, representan uno de los mayores problemas de la sociedad contemporánea. Al distorsionar la principal fuente de información del mundo —los medios digitales— logran que gran parte de la ciudadanía desconozca la realidad que le rodea.
El término 《noticia falsa》es, en sí mismo, una contradicción, pues las noticias deben referirse a hechos verificables. En cambio, la desinformación consiste en difundir sucesos ficticios o manipulados con apariencia de verdad. No es un fenómeno nuevo: desde la antigüedad se ha utilizado con fines políticos y propagandísticos. En Roma, por ejemplo, se proclamaba a emperadores como descendientes de los dioses; durante la Guerra Civil estadounidense se exageraban las victorias para consolidar apoyo popular.
En la era digital, sin embargo, la desinformación se ha multiplicado. Con un clic, una mentira puede viralizarse más rápido que la verdad. Los algoritmos de redes sociales, que priorizan contenido afín a las preferencias del usuario, crean 《cámaras de eco》que refuerzan creencias erróneas. Así, si un individuo solo recibe información alineada con sus convicciones, difícilmente podrá acceder a datos contrastados, y terminará creyendo como verdad lo que no lo es.
La desinformación como arma política
En los últimos años, las fake news se han convertido en un recurso habitual en la arena electoral. En 2016, el entonces candidato republicano Donald Trump popularizó el término para desacreditar informaciones que cuestionaban su campaña. Casos similares se han visto en América Latina: en Argentina, la difusión de videos manipulados afectó directamente la imagen del actual presidente Javier Milei; en Filipinas, el hijo del dictador Ferdinand Marcos logró construir una falsa nostalgia sobre el régimen a través de campañas digitales.
La República Dominicana tampoco escapa a este fenómeno. El exprocurador Jean Alain Rodríguez fue señalado de múltiples delitos de corrupción y condenado a prisión preventiva, pero posteriormente declarado inocente. Pese a ello, la percepción ciudadana lo marcó como culpable. La desinformación en torno a su caso generó una 《muerte civil》: amenazas, rechazo social y la imposibilidad de rehacer su vida pública, incluso tras ser absuelto.
Un riesgo para la democracia
El poder de la desinformación va más allá de la reputación individual: erosiona la democracia. Al manipular la opinión pública mediante narrativas falsas, se condiciona el voto ciudadano, se debilitan las instituciones y se fomenta la polarización social. Si bien hoy existen herramientas tecnológicas e inteligencia artificial que permiten verificar datos y contrastar versiones, la desinformación se sostiene porque muchos ciudadanos la comparten sin confirmar su veracidad. La velocidad y la emocionalidad pesan más que la comprobación.
Conclusión
Las fake news son más que simples rumores digitales: son una amenaza directa a la vida civil de las personas, un riesgo para los sistemas democráticos y una manipulación peligrosa de la opinión pública. Su impacto no debe minimizarse. Verificar fuentes, contrastar versiones y fomentar la educación mediática son acciones urgentes para frenar un fenómeno que, de no ser enfrentado, seguirá socavando la confianza ciudadana y la verdad misma.
Por: Jorge José De Castro (Estudiante del Colegio Cristiano Logos)
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